Conflictos, violencia y memoria en el cine latinoamericano

El cine es desde hace décadas uno de los principales contribuyentes de la formación de una memoria colectiva, a través de las cintas cinematográficas se expresa la historia que supuestamente ocurrió y que la gente, ingenuamente o no, interpreta como cierta la mayoría de las veces. Es así que formamos imágenes en nuestra mente de los hechos históricos a través de lo que vemos en las pantallas de cine o de televisión.

El cine latinoamericano siempre se ha caracterizado por mostrar la realidad social, los conflictos políticos, la América Latina pobre, violenta, triste y corrupta se refleja en nuestras pantallas, que a pesar de no ser una industria comparable a la norteamericana, ha adquirido una propia identidad cinematográfica en la que se expresa la realidad, conflictos e historia de los diferentes países de la región.

Los casos más destacados son Brasil, México y Argentina. El cine brasileño ha logrado posicionarse como uno de los más importantes de la región teniendo como protagonista de sus cintas lo variado y contrastante de su sociedad, algunas se han vuelto clásicas como: “Estación Central” (1998) de Walter Salles, “Ciudad de Dios” (2002) de Fernando Meirelles, o las recientes dos entregas de “Tropa de Elite” (2007 y 2010) Dirigidas por José Padilha; cintas en las que se destaca la realidad más pobre del país de la samba, expresada en la favelas y barrios periféricos.

El cine argentino es uno de los que más distinciones internacionales ha obtenido, y el que más se reconoce fuera de la región, caracterizado por sus diálogos y la forma de interpretar la sociedad ha logrado una identidad propia, entre sus cintas más importantes se puede mencionar “La historia oficial” (1985) de Luis Puenzo, “Historias mínimas” (2002) de Carlos Sorin, “el hijo de la Novia” (2001) y “El secreto de sus Ojos” (2009) ambas de Juan José Campanella.

El cine mexicano es el más amplio y probablemente el más productivo, su producción fílmica es desde hace casi un siglo una de las más desarrolladas de América Latina, y a pesar de su amplitud la realidad social siempre se destaca dentro de sus producciones donde se muestra un alto grado de violencia explícita y una profunda dramatización, con cintas como “Amores Perros” (2000) de Gonzales Iñartu, “La misma Luna” de Patricia Riggen (2008), “Presunto culpable” (2011) realizada por Roberto Hernández y Layda Negrete, además de otras destacadas.

El Cine Peruano

paloma de papel

En el caso del cine peruano, las últimas décadas se ha caracterizado por enfocarse en el terrorismo como tema principal, desde la película “La Boca del Lobo” (1988) dirigida por Francisco Lombardi, la violencia política ha sido un tema recurrente en la filmografía peruana. En esta película, cuyos protagonistas son los miembros de las fuerzas armadas, el ejército toma el control de Chuspi, un pequeño pueblo de la “zona de emergencia” asolado por el movimiento subversivo Sendero Luminoso. El violento final, el que todo el poblado es aniquilado por las fuerzas del orden, muestra la denuncia social como objetivo del film, en un contexto político e histórico conflictivo como la realidad social peruana. La película fue un instrumento de denuncia contra las atrocidades que cometía el gobierno ante el desconocimiento de como atacar el problema de los movimientos subversivos, el racismo y la incomprensión del medio urbano ante los pobladores de las zonas altas se expresa en la violencia con la que actuaron los efectivos del orden, teniendo como consecuencia un trágico final.

Cintas posteriores a esta primera que enfoquen el tema del terrorismo directamente podemos mencionar a “Paloma de Papel” (2003) y “Tarata” de Fabricio Aguilar, La teta asustada (2009) de Claudia Llosa, “Las malas intenciones” (2011) de Rosario García– Montero, “Viaje a Tombuctú” (2013) de Rossana Díaz Costa. Es destacable la importancia de estas cintas al abordar un tema con implicancias políticas y sociales, contribuyendo a formar una conciencia del conflicto y una memoria histórica desde la imagen.

la boca del lobo

Es así que el cine contribuye a formar una imagen de Latinoamérica, de su historia, su sociedad, y sus conflictos, tanto hacia el interior del continente como hacia afuera. En la cinematografía latinoamericana la realidad y la reflexión casi nunca están ausentes, como también ha ocurrido en otra expresiones artísticas como la literatura campo en el que algunos especialistas señalan la existencia de una literatura post Conflicto refiriéndose a la abundancia de obras literarias que tocan temas sobre las dictaduras, movimientos subversivos, y violencia social que surgieron en el continente en la segunda mitad del siglo XX.

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