¿La guerra de Independencia fue una guerra de exterminio?
Imagen de la bandera de la guerra a muerte.
El 15 de junio de 1813 Simón Bolívar dicta en la ciudad de Trujillo su famosísima proclama de Guerra a muerte. Desde ese entonces (realmente desde que los textos escolares sostienen el culto a su persona) todos los venezolanos hemos aprendido aquella frase que dice: «Españoles y Canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de América. Americanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpables.» ¿Qué se puede decir que ya no se haya dicho antes en torno a esta decisión? ¿Es Bolívar, por esta proclama, el culpable de la guerra de exterminio durante 7 años? No es fácil, ante estos momentos fundamentales de la historia, cumplir con la premisa de Marc Bloch sobre el comprender y no juzgar el pasado, pero debemos intentarlo.
La inmensa mayoría de las biografías sobre Bolívar (que simpatizan con su papel en la historia) la explican como una respuesta basada en la cruel tradición hispana. A los rebeldes no se les trataba de otra manera. Y el Libertador buscó, además, lograr consolidar la diferenciación de identidades: españoles versus americanos. En pocas palabras: los republicanos hicieron este tipo de guerra para defenderse. Pero ¿Acaso los rebeldes no eran los republicanos, los cuales se estaban oponiendo a una sociedad que permitía estas drásticas soluciones, este orden nada humano? ¿No son los republicanos, Bolívar el que más, hijos de la “humanista” Ilustración? Los historiadores bolivarianos (lo digo en sentido de la defensa de su figura, no en el sentido político-partidista actual) insisten en señalar que no quedaba otra opción; y rechazan las acusaciones de genocidio o guerra de exterminio, aunque eso fue lo que ocurrió de bando y bando. No me gustan los contrafácticos pero Miranda no se atrevió a realizar tal llamamiento cuando la Primera República estuvo en sus peores momentos, quizás tuvo siempre presente las consecuencia del “Terror jacobino”.
Al final, la proclama no logró sus objetivos. La crueldad en la defensa de la causa republicano no engendró en el bando realista un cambio de actitud (“obrar activamente en obsequio de la libertad de América”); y los americanos (a los que supuestamente no se juzgó por ser realistas) no abrazaron las banderas independentistas, al contrario: respondieron con mayor virulencia dirigidos por el caudillo Boves. La consecuencia real fue fortalecer la característica genocida de nuestra guerra de Independencia, una destrucción inimaginable, y un inmenso odio a la causa que pretendía defender el documento en cuestión. La Independencia comenzará a triunfar, más adelante, por otros motivos; aunque entre ellos debemos contar el gradual abandono de la política que hoy celebramos su bicentenario.
Un último aspecto, para concluir, considero debe ser meditado por la sociedad e investigado por los científicos sociales: ¿Cuál ha sido la consecuencia de la proclama de Guerra a Muerte en la mentalidad política veenzolana? La guerra de Independencia se inició en 1810 pero duró hasta principios del siglo XX, siendo el siglo XIX una guerra de exterminio político de menor intensidad. Pero pensemos: ¿la justificación de esta proclama, entre otros aspectos, no ha generado un modo existencialista de entender la política? Si esto es cierto, cumplimos de alguna forma: 200 años de guerra a muerte.
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