Sobre héroes y tumbas: El discurso histórico peruano.
SOBRE HÉROES Y TUMBAS: EL DISCURSO HISTÓRICO PERUANO
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Una conocida enciclopedia señala que en la mitología y el folclore un héroe “es un personaje eminente que encarna la quinta esencia de los rasgos claves valorados en su cultura de origen. Posee habilidades sobrehumanas o rasgos de personalidad idealizados que le permiten llevar a cabo hazañas extraordinarias y beneficiosas”. De hecho la construcción de los Estados va de la mano con un discurso donde se exalta la gesta de notables personajes, que da origen a una identificación popular. Desde Julio César y el Cid Campeador, hasta otros grandes de la edad moderna. En el siglo XVIII, el nacimiento de los Estados-nación modernos, instrumentaliza la historia para generar una “identidad nacional”, la cual gira alrededor de un territorio, un pasado común (tradición, lengua, cultura) y un proyecto nacional.
La historia peruana, cuyo Estado-nación aún sigue en construcción, se continúa la misma tradición de exaltar figuras que encarnen los valores nacionales de patriotismo, valor y sacrificio. Sin embargo, como señala el historiador Antonio Zapata, los primeros héroes nacionales no se ubican en las guerras de independencia (18?-1824), sino en la guerra con Chile (1879-1883). Las figuras dominantes en la etapa de emancipación serían los grandes próceres extranjeros: San Martín y Bolívar. No destaca una figura nacional de la talla de O’ Higgins como en el caso de Chile (1)
Esto, sin embargo es cuestionado por algunos, para quienes, Francisco de Zela, Los hermanos Angulo, Mateo Pumacahua, las montoneras (como los Morochucos de Cangallo) o figuras como Andrés Rázuri, deben ocupar un lugar mayor al que normalmente asigna la independencia centrada en Lima y protagonizada por solo criollos (2)
La historiadora Scarlett O’Phelan, por su parte, destaca la importancia de los movimientos independentistas previos a las corrientes libertadoras y señala que estos ocupan un espacio muy limitado en la memoria peruana (son casi inexistentes en los libros escolares).
Por otro lado, en un provocador artículo sobre la historia peruana y sus héroes, el periodista Aldo Mariátegui, señala que: “curioso país es el nuestro, que celebra al máximo héroes derrotados y batallas perdidas. Nuestro paladín nacional debería ser José Gálvez, un republicano civil liberal que derrotó a los españoles en el Callao a costa de su vida. O el Mariscal Ureta, quien venció a Ecuador en 1941, en lo que constituye nuestra única victoria militar en una guerra internacional”.
Esto nos lleva a reflexionar sobre los héroes en la derrota y en la victoria. Siendo los primeros más abundantes en la historia oficial tradicional. Y como ya se señalo la mayoría de ellos vinculados a nuestro conflicto más importante como Estado ya constituido, nos referimos a la guerra con Chile (la guerra del salitre). Nombres como: Miguel Grau, Francisco Bolognesi, Alfonso Ugarte, Leoncio Prado, ocupan un lugar preferencial en plazas, avenidas y escuelas, y según Aldo Mariátegui forman parte de una conciencia histórica marcada por una “psicología derrotista”.
Aunque curiosamente, en Chile se suele recordar con más fuerza en este conflicto a personajes como Arturo Prat (derrotado y muerto en el combate de Iquique) o Luis Cruz Martínez (derrotado y muerto en la batalla de Concepción), no deja de ser interesante la pregunta en el caso peruano ¿Por qué se recuerdan más las derrotas, que las victorias?, ¿existe una conciencia trágica y victimista que nos define?, ¿Qué tipo de historia se transmite en la escuela y la sociedad en su conjunto?
Para el sociólogo Gonzalo Portocarrero, en su ensayo “la idea crítica”, la historia del país aparece en la escuela como una sucesión de “episodios traumáticos y de esperanzas frustradas” (3). La conquista española, el dominio colonial, la “semi-independencia” criolla, la invasión chilena, el imperialismo europeo y norteamericano, cifran esa historia de tragedias nacionales, donde sólo cabe recordar y exaltar la resistencia de algunos: Manco Inca, Cahuide, Juan Santos Atahualpa, Túpac Amaru II, Micaela Bastidas, Cáceres, etc.
Por otro lado, un repaso de la historia peruana da cuenta de lo siguiente:
1826 | Invasión a la Paz (Bolivia) |
1827 | Invasión a Guayaquil / derrota en campaña terrestre |
1838 | Expulsión de la 1ra expedición chilena |
1839 | Derrota de la confederación peruano-boliviana |
1841 | Fracaso de la invasión a Bolivia |
1858 | Invasión al Ecuador |
1866 | Rechazo a la expedición española |
1879-1883 | Derrota ante chile y gobierno de ocupación de 33 meses |
1911 | Victoria en el combate de la Pedrera ante Colombia |
1941 | Invasión al Ecuador |
1981 | Expulsión de las tropas ecuatorianas |
1995 | Guerra del Cenepa con Ecuador ¿? (resultado discutido) |
Si bien, existe un balance ligeramente positivo en términos de resultados militares, la percepción hegemónica del Perú y sus guerras es más bien negativa. Esto quizás se explique en el enorme “trauma nacional” ocasionado por la Guerra del Pacifico (1879), la que se extiende hasta 1929 por el cautiverio de Tacna y Arica (casi 50 años). Otro aspecto es la inconformidad frente a la negociación de los tratados fronterizos con nuestros vecinos, donde el “desmembramiento”, “la mutilación”, “el entreguismo” y la “traición” son parte de un imaginario social inconforme con su historia narrada en clave crítica.
Poco espacio queda en esta narrativa (“la idea crítica”) para señalar que el único país que mantuvo su unidad territorial virreinal, llevándola hasta la etapa republicana fue el Perú. Recordemos la separación del virreinato de Nueva Granada y la Gran Colombia (hoy Venezuela, Colombia, Ecuador, Panamá) o el Río de la Plata (hoy Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia).
El escritor alemán Hermann Hesse, alguna vez afirmó “Mi historia no es agradable, no es suave y armoniosa como las historia inventadas; sabe a insensatez y a confusión, a locura y a sueño, como la vida de todos los hombres que no quieren mentirse más a sí mismos”. Así pues, la historia o leyenda blanca, no debe ser el objetivo de la narración histórica, pero tampoco la historia o leyenda negra. La historia de un pueblo o nación, no es distinta a la de un individuo, está marcada por éxitos, fracasos, vicisitudes y logros.
En una época signada por un nacionalismo gastronómico (o nacionalismo panzón al decir de César Hildebrandt), el exitismo económico y una posible victoria en la Haya, no debemos ubicarnos en los peligrosos extremos de la narración histórica: mitificación, nacionalismo, chauvinismo, revanchismo socio-político o dramatización. No hace mucho el discurso etno-cacerista o nacionalismo cobrizo, exaltaba discursos históricos peligrosos (4)
Los héroes son construcciones nacionales inevitables y existen más allá de las decimonónicas gestas militares. Hoy existen héroes deportivos, artísticos, líderes civiles, quienes cumplen esa función identitaria. Esto no quiere decir que debamos olvidar y dejar de reconocer la importancia de personajes que encarnaron la defensa nacional, sino el incorporar a los notables civiles que hicieron tanto por la construcción de una sociedad libre, justa y moderna.
Personalmente, jamás dejare de admirar el heroísmo de personajes como Miguel Grau, pero más allá de su desempeño militar, me enorgullece más su ejemplo moral, su grandeza humana y su capacidad para convocar a todos los peruanos.
Notas
(1) Antonio Zapata: “… no tenemos héroes de la independencia porque no resaltamos algunas figuras que en principio podrían calificar, pero el caso es que, debido a este enfoque de nuestra historiografía, carecemos de personajes paradigmáticos vinculados a este periodo crucial de la cuna nacional”. En: Revista Argumentos (IEP), edición n°4, Lima, septiembre 2010. http://www.revistargumentos.org.pe/generaciones_e_idenpendencia.html
(2) Durante las celebraciones del sesquicentenario de la independencia en los años 70s, la dictadura Juan Velasco Alvarado auspicio un ambicioso proyecto de revaloración y relectura de la historia nacional. La figura de Túpac Amaru II (1738-1781), que ya había sido tomada como símbolo de la revolución velasquista, fue ubicada en la historiografía oficial como “precursor de la independencia” y por lo tanto héroe nacional. Otro personaje rescatado del olvido fue el criollo Juan Pablo Vizcardo y Guzmán (1748-1798), autor de “carta a los españoles americanos” y considerado “precursor continental” por la generación del centenario de la independencia.
(3) La “idea crítica” analizada por el sociólogo Gonzalo Portocarrero, es un “discurso neo-indigenista” sobre la historia peruana, una narrativa histórica alternativa y desafiante a la historia oficial criolla. Según el autor la visión de la historia peruana desde este discurso se podría resumir del siguiente modo: a) el Perú es un país de una civilización varias veces milenaria. La autonomía ha sido la condición básica de la historia peruana; b) desde esta perspectiva, la “invasión española” es un hecho relativamente reciente. Representa una injustica monstruosa. Los españoles trataron de arrebatar el país a sus legítimos propietarios, quienes siempre se resistieron. Nunca se dejaron vencer; c) la injusticia se ha perpetuado y hoy las clases altas y el capital extranjero continúan con la depredación del mundo andino; d) Las clases altas son foráneas, pero controlan el Estado y están aliadas con el imperialismo. Oprimen al pueblo; e) no obstante, hay una creciente toma de conciencia sobre esta situación. La lucha armada y la revolución llevaran a un cambio radical en el país. Estará nuevamente en manos de sus legítimos propietarios. Gonzalo Portocarrero, Racismo y Mestizaje, Fondo editorial del congreso del Perú, Lima 2007. pp 388-389.
(4) Impulsado por el marxista Isaac Humala y sus hijos los militares Antauro y Ollanta Humala (actual presidente), el etnocacerismo o etnonacionalismo es una doctrina política basada en el nacionalismo etnocéntrico o revanchismo neo-indigenista. Los pilares de este discurso son: la reivindicación de la “raza cobriza” y el “nacionalismo” (rechazo al imperialismo norteamericano, europeo o chileno). En este discurso se exalta la grandeza del imperio de los incas o Tahuantinsuyo, así como toda la herencia cultural de la época prehispánica. Además se toma como símbolo al héroe Andrés Avelino Cáceres quien lidero la resistencia contra la invasión chilena en la Guerra del Pacífico a través de montoneras indígenas o guerrillas que obtuvieron numerosas victorias.
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