¿El legado colonial?

EL LEGADO O HERENCIA COLONIAL

¿EL LEGADO COLONIAL?

 

Una de las trampas del quehacer histórico es apelar al uso de generalidades, tal es el caso de lo que suele denominarse: la herencia colonial o legado colonial. Dentro de este, se suele ubicar a la economía, así como las estructuras sociales y mentales. Su rasgo más característico es siempre poseer un significado negativo. La etapa virreinal es el periodo sobre el que quizás existen más prejuicios; su imagen suele ser oscura o gris, predomina así una historia negra de la colonia (1). Lo cual, quizás se deba a que a la colonia o virreinato se le suele atribuir los grandes males republicanos.

 

Es innegable que durante esta etapa existieron condiciones muy injustas y despreciables; sin embargo, no podemos quedarnos con una mirada incompleta sobre esta época de nuestra historia. Haciendo una analogía, vale recordar una declaración del famoso historiador Jacques Le Goff, sobre el supuesto carácter “oscurantista” de la Edad Media:

 

Aquellos que hablan de oscurantismo no han comprendido nada. Esa es una idea falsa, legado del Siglo de las Luces y de los románticos. La era moderna nació en el medioevo. El combate por la laicidad del siglo XIX contribuyó a legitimar la idea de que la Edad Media, profundamente religiosa, era oscurantista. La verdad es que la Edad Media fue una época de fe, apasionada por la búsqueda de la razón. A ella le debemos el Estado, la nación, la ciudad, la universidad, los derechos del individuo, la emancipación de la mujer, la conciencia, la organización de la guerra, el molino, la máquina, la brújula, la hora, el libro, el purgatorio, la confesión, el tenedor, las sábanas y hasta la Revolución Francesa. (2)

 

Salvando las distancias, creo que algo similar pasa con nuestra etapa virreinal. El sesgo es siempre negativo y no se reconoce el valor de algunos elementos recibidos desde la península ibérica. Vale la pena entonces mencionar algunos de ellos, así como cuestionar las ideas equivocadas que existen sobre este periodo. La intención no es construir una historia dorada o indulgente sobre la colonia, sino tratar de escapar de los lugares comunes de la historia tradicional y el imaginario peruano.

 

Instituciones del virreinato

 

Los hispanos trajeron numerosas instituciones a América. Se crearon también instituciones ad hoc para la administración de las colonias o provincias. Tal es el caso del Real y Supremo Consejo de Indias ubicado en la metrópoli española, y cuyas leyes representaron una de las legislaciones más modernas de su época. En los virreinatos por su parte, se crearon los cabildos o municipios, herederos de una larga tradición europea de gobiernos locales: Roma, Germania, ciudades-república italianas, etc. En España, los municipios de Castilla y León fueron totalmente autónomos, se autogobernaron; representando una temprana y auténtica democracia directa. Según Francisco Miró Quesada, antes de la conquista de América, los hispanos ya habían logrado grandes avances en el gobierno de sus ciudades: igualdad ante la ley, inviolabilidad del domicilio, garantías procesales, participación de la cosa pública, derecho de los vecinos a elegir libremente a los magistrados concejales y la responsabilidad política de los funcionarios municipales (3). Esta estructura de gobierno local (ayuntamiento) se reprodujo en América, llegando incluso a ejercer funciones de gobierno y administración de justicia. Lamentablemente esta institución decaerá, a partir de la introducción de la nefasta costumbre de vender los cargos públicos, en vez continuar con las tradicionales elecciones. Sin embargo, lo que había sido una institución controlada por peninsulares pronto se abrió a criollos y mestizos, haciéndolos parte del régimen municipal.  Hacia 1812, gracias a la constitución liberal de Cádiz, se refundaron los cabildos, y estos optaron nuevamente por la elección de sus autoridades. Estas comunidades locales serán las que proclamen la independencia en los próximos años, siendo por lo tanto los lugares donde se incubó la democracia y la libertad de América. (Miró Quesada: 2007)

 

Los criollos

 

Los grupos criollos suelen ser vistos con cierta benevolencia en la historia colonial (no así durante la república). Se olvida convenientemente que compartieron tanto poder como los peninsulares. Un tramado de alianzas matrimoniales existió entre criollos y chapetones. La apropiación de tierras fue extendida entre ellos (fundamento de la vida señorial). El mayorazgo español se extendió en América y los criollos formaron parte de esa élite del poder virreinal, la cual pronto adquirirá numerosos títulos de Castilla. El historiador y sociólogo Hugo Neira, señala: “El imperio colonial español produjo un caso singular en sus extramuros, una seudonobleza compuesta por compradores de títulos nobiliarios. No existe nada semejante en el caso de otros imperios coloniales. Ni es el caso de las colonias de la América del Norte: a los ricos balleneros de Nueva Inglaterra no se les ocurría comprar títulos ni a su metrópoli, Inglaterra, el venderlos” (4). Se forma así, una clase social que devino en rentista y alcanzó notable poder e influencia durante el virreinato. Una aristocracia criolla, que fue la que más títulos nobiliarios adquirió en Sudamérica. Dueños de minas, obrajes, haciendas, etc. Triste nobleza, sin proeza, sin milicia, sin nobilitas. Tardía, espuria y pecuniaria, en palabras de Hugo Neira. Los criollos, no solo son las víctimas de las reformas borbónicas (s. XVIII), como suele decirse, sino un grupo social que formó parte importante de las estructuras de explotación y discriminación colonial. Ese grupo tomara el poder al ascender la república.

 

Dinámica social y económica

 

Por momentos sorprende constatar como el virreinato presento un orden más inclusivo que la república. Un ejemplo de ello es el respeto a las tierras comunales, las cuales durante la colonia se preservaron en gran medida, para luego ser incorporadas por grandes señores bajo la república. Gracias a la complicidad de los caudillos militares surgidos durante la independencia, nacerá un poderoso grupo terrateniente que se apropio de los campos que históricamente correspondieron a las comunidades. En el siglo XIX, se desarrolla una república terrateniente, la cual invisibilizara al indio hasta el siglo XX. El gamonalismo será un fenómeno republicano.

 

El escritor mexicano Octavio paz, criticando el sesgo negativo sobre el virreinato, señalaba que: “habría que recordar también a las creaciones americanas de España y Portugal, fueron admirables. Fundaron sociedades complejas, ricas y originales, hechas a la imagen de las ciudades que construyeron, a un tiempo solidas y fastuosas. Un doble eje regía a aquellos virreinatos y capitanías generales, uno vertical y otro horizontal. El primero era jerárquico y ordenaba a la sociedad conforme al orden descendente de las clases y grupos sociales: señores, gente del común, indios, esclavos. El segundo, el eje horizontal, a través de la pluralidad de jurisdicciones y estatutos, unía en una intrincada red de obligaciones y derechos a los distintos grupos sociales y étnicos, con sus particularismos. Desigualdad y convivencia: principios opuestos y complementarios. Si aquellas sociedades no eran justas tampoco eran bárbaras”. (5)

 

La producción minera por su parte, constituye una de las principales críticas a nuestra “herencia colonial”; sin embargo se obvia que también constituyó una actividad que articuló mercados (extendiéndolos), dinamizó regiones y generó una acumulación importante. El interior del Perú tenía mayor peso que al iniciar la república, época donde se afianza el centralismo histórico limeño. La situación del indio es menos oscura de lo que se cree: controla gremios, posee capital, gana pleitos legales, etc. La élite colonial no solo fue blanca (peninsular, criolla), también incluyo indígenas. Ciertamente la reformas borbónicas modificaran esto y de ahí las grandes rebeliones del siglo XVIII. A pesar de todo, la modernización económica no empezó con la república sino con los borbones ilustrados. El mercantilismo dió paso a tendencias liberales y fisiocráticas.

 

Finalmente, cabe resaltar la gran autonomía que tuvo el virreinato en el siglo XVII, hecho que condice la extendida idea de una gran sujeción hacia la metrópoli. También es importante anotar que la dinámica social fue notable durante este periodo (criollos, mestizos, indígenas, negros, etc); siendo opuesto a la otra idea extendida, la de sujetos coloniales sin agencia, fijos e inamovibles en este nuevo espacio denominado, Perú.

 

Reflexión final

 

Existe una imagen falsa del virreinato. Una imagen interesada y estereotipada. Ni todos los españoles eran blancos aristócratas, ni todos los indios, cobrizos explotados cruelmente. Se abomina el lado hispánico de nuestro pasado histórico. Se encubren muchos problemas vigentes, atribuyéndolos al denominado “mal colonial” o “herencia española”. La visión de la etapa virreinal es simplista y reduccionista. El virreinato no fue el mismo con los austrias que con los borbones. Se atribuye a la administración española los mismos mecanismos del colonialismo británico o francés del siglo XIX. El virreinato contiene muchas sombras (discriminación, explotación, sujeción, etc.), pero no puede obviarse sus luces: la noción de derechos, arte, cultura, etc. Solo una visión desprejuiciada nos permitirá acercarnos mejor a estos tres siglos de historia del Perú. (6)

 

Notas:

 

(1)  En el siglo XVI y XVII, el estatus jurídico del Perú es claramente la de un reino o virreinato. Hacia fines del siglo XVIII, por influencia francesa y anglosajona, empieza a aparecer el vocablo “colonia” en los documentos españoles (era borbónica). Un nuevo imperialismo emerge en esta época según el historiador John Lynch. Recomiendo para este asunto la revisión del libro de historia conceptual “Virreinato o colonia” de Fausto Alvarado (2013).

(2)  Diario La Nación de Argentina. 12/10/05

(3)  Miró Quesada, Francisco. Del ágora ateniense al ágora electrónica. Fondo editorial de la UNMSM, Lima, 2007, pp. 44-45

(4)  Hugo Neira. En: Hacia la tercera mitad. Perú XVI-XX. Ensayos de relectura herética. Lima, Universidad Inca Garcilaso de la Vega. 2009. Pág. 255. En el mismo texto se alude a Céspedes del Castillo, para quien la corona española (Austrias) a partir del siglo XVII, debido a su situación de gran endeudamiento o crisis de la hacienda real, estuvo dispuesto a vender “cualquier cosa, a cambio de dinero contante y sonante”.

(5)  Octavio Paz. Ideas y costumbres I. Obras completas. FCE. México, 1995. Pág. 76

(6)  Por ahora, como apunta la historiadora Claudia Rosas, ni siquiera existe un texto o libro que nos brinde una imagen panorámica o completa sobre la Colonia o Virreinato, como si sucede con la República, a través de libros como “Historia del Perú Contemporáneo” de Carlos Contreras y Marcos Cueto.

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