Rumi Maqui en la historiografía peruana, desde Mariátegui hasta el siglo XXI
Cualquier historiografía, además de ser un discurso sobre el pasado,
traduce el presente de una sociedad con todas sus tensiones y conflictos.
(Alberto Flores Galindo, 1988)
El coronel Teodomiro Gutiérrez fue asignado por el presidente Guillermo Billinghursht para realizar un informe sobre la situación de las haciendas en el sur del Perú en la región de Puno. Con el golpe de Estado, el coronel Gutiérrez desapareció de la vida política formal, debido a que muchos hacendados lo veían como un peligro debido a su posición a favor de los campesinos. En 1915 el coronel tomará el nombre de Rumi Maqui (Mano de piedra) y dirigirá una rebelión que cuestionará las bases estructurales del derecho a la tierra y las relaciones sociales entre propietario y trabajador. ¿Cuál fue este contexto?: producto del comercio internacional de lanas, y al cambio de los precios, los hacendados trataron de aprovechar la coyuntura expandiendo sus haciendas, esta política fue tratada inclusive por el mismo Estado, eso no fue todo, las relaciones laborales por la compra internacional hizo que la mano de obra sufriera maltratos y los campesinos se vieran cada vez más afectados por la explotación. Esto influyó a que se desarrollará un malestar generalizado que originaron rebeliones anti fiscales; en este contexto Gutiérrez Cuevas es enviado por el gobierno de entonces a preparar un informe, después del golpe de Estado desaparecería y volvería en 1915 para dirigir un movimiento que después sería sofocado, esos son los hechos a secas. Fue tan “mítica”, singular y contundente la rebelión de Rumi Maqui, que aún sus contemporáneos ya trataban de explicarla, en este texto haremos un recorrido al tratamiento e interpretación que se hizo de su movimiento.
Los escritos de José Carlos Mariátegui a Jorge Basadre.
El primer autor reconocido que escribió sobre este hecho fue José Carlos Mariátegui cuando en su tesis titulada El problema de las razas en la América Latina toma un espacio para dedicarlo a la lucha indígena contra el gamonalismo. Este ensayo fue escrito en 1929 por Hugo Pesce sobre el esquema básico del autor. Mariátegui toma la rebelión de Rumi Maqui como una faceta más de la tradición contestaría del indio, para contradecir aquella imagen que describe al indígena como incapaz de levantar cualquiera resistencia. Parte de la idea en la cual los indios se sublevan principalmente contra una autoridad o un hacendado[1]. El autor habla del movimiento de Rumi Maqui como una de las últimas rebeliones que mayores proporciones ha causado. Mariátegui resalta la condición de serrano, mestizo, casi indígena de Rumi Maqui, que conmovido por su cercanía con “su raza” (cuando llegó a Puno) los empieza a dirigir poniéndose al frente de varios millares de indios debido a que el derrocamiento de Billinghurst apagó cualquier posibilidad de reivindicación legal. El Amauta desarrolla esta rebelión bajo la lógica de la contradicción de clases y castas entre el gamonal y el campesino, entre el descendiente de español y el serrano.
El primero en hacer un estudio histórico sobre Rumi Maqui basado en fuentes documentales fue Jorge Basadre. En una pequeña parte de su monumental obra menciona la revuelta de 1915, pero hace referencia sobre todo al carácter subversivo del coronel Gutiérrez al mencionar sus acciones desde 1915 cuando se sublevó con los grupos de indígenas de Huancané y Azángaro, atacando las propiedades privadas de los hacendados del Sur[2]. Se supone que el objetivo que se trazaba el coronel Gutiérrez era desmembrar el territorio nacional para crear con algunos departamentos el Estado del Tahuantinsuyo, por ello se nombró así mismo General y Jefe Supremo. Debido a eso se le imputó una sanción por traición a la patria. Basadre atribuye a Rumi Maqui el mérito de haber trazado un programa consistente en la reversión de todas las tierras a favor de los indígenas, según consta en un memorial al Presidente de la República firmado en Arequipa el 15 de febrero de 1921 por los propietarios del departamento de Puno[3].
La Nueva Historia, las décadas del 70 y 80.
La generación del 68 y la Nouvelle Historia también sintió interés por este hecho. Fueron principalmente Montoya, Burga y Flores Galindo quiénes desde nuevos campos de análisis: el regional, el económico, el social, superaron a Mariátegui quién utilizó la rebelión de 1915 como la evidencia entre la lucha entre el campesino y el gamonal, es decir su propuesta fue más de consigna. También se superó la descripción de Basadre, ya que estos historiadores incluyeron mayor campo teórico, relacionaron el hecho aislado con un contexto económico y social, y contrastaron mayor cantidad de fuentes.
Alberto Flores Galindo le dedicó muchas partes de sus obras a este hecho; en Arequipa y el sur andino presentó la expansión de las casas comerciales y las haciendas como un motor por el cual se explotaba de manera extensiva la tierra y a los pastores. De hecho esta situación traía consigo el abuso hacia los campesinos originando una necesidad de estos últimos en cambiar las relaciones sociales que existía entre patrones y trabajadores, todo esto en medio de una profunda coyuntura de agitación campesina. Así, estos movimientos se desarrollaron paralelamente con las exportaciones laneras del sur, es decir aparecen como respuesta a la expansión y explotación. Las revueltas se dan en Cuzco y Puno entre 1901 y 1920, según el cuadro de Flores Galindo hubo algo de 137 rebeliones a nivel nacional, de las cuales 49 provenían de la región (Puno, Arequipa y Cuzco), incrementándose en años posteriores[4].
La rebelión de Rumi Maqui para Flores Galindo fue un “intento” de grandes proporciones. Así, a la salida de Billinghurst por Benavides, el coronel Gutiérrez quedó sin protección y tuvo que salir del país hacia Argentina y Bolivia, provisto de ideas anarquistas vuelve al Perú y toma el nombre quechua de Rumi Maqui y formó un ejército campesino con indios de Puno, Cuzco y Ayacucho. Para 1915 el coronel juntó una cantidad de indios (según algunos autores 300, según otros llego a movilizar hasta 2000) para atacar una hacienda, pero la mala organización y su presura hizo que fueran reprimidos violentamente.
El mismo año de 1977 Wilfredo Kapsoli publicó un libro compilatorio llamado Los movimientos campesinos en el Perú. 1879-1965. Alberto Flores Galindo vuelve a escribir sobre Rumi Maqui en ese libro donde lo presenta como el intento más ambicioso para doblegar el gamonalismo y lograr la independencia de los indígenas bajo la similitud de Emiliano Zapata en México[5]. En este escrito Flores Galindo acepta la modesta versión de los 300 campesinos que acompañaron al coronel Gutiérrez. El autor presentó una versión de otro escritor, Antonio Rengifo, donde el coronel Gutiérrez llegó a formar un Estado mayor y un gran ejército compuesto por indígenas venidos de Cuzco, Apurímac y Abancay, según esta versión el sustento ideológico era reivindicar el Tahuantinsuyo y construir una república de indios: “En 1915 Rumi Maqui y 300 campesinos atacaron la hacienda San José. Según una versión, Gutiérrez llego a movilizar hasta 2000 indígenas más venidos de Cuzco, Apurímac, Abancay”[6]. El autor reconoce la rebelión de Rumi Maqui como una excepción a la serie de levantamientos que se venían dando, ya que los anteriores tenían alguna coordinación. Flores Galindo aporta al reconocer la coyuntura y el contexto dentro del mercado internacional y la aplicación de los precios de las casas comerciales, los precios de la lana van variando, esto hace que se afecte a los productores, la explotación aumenta, pero no solo ello, los hacendados buscan mayores utilidades por ello tratan de extender sus latifundios originando litigios y problemas con las comunidades campesinas.
Así, la expansión de las haciendas es un factor importante para el desarrollo de estas rebeliones, es una respuesta inmediata de los campesinos, es a su vez una forma rebelión frente al Estado, pues el mismo gobierno avaló estas políticas de expansión en desprecio de las comunidades. Así, en 1917 el Estado en asociación con la Peruvian Corporation y hacendados locales estableció en Puno una granja modelo (Chuquibambilla)[7]. En este contexto se dio la gran rebelión de Rumi Maqui en 1915. Esta rebelión es presentada en un contexto de rebeliones y fuertes represiones que sacudieron las regiones al inicio del siglo XX como respuesta a las políticas gamonalistas y a la explotación, sin embargo como el mismo autor señala todas estas rebeldías fueron estériles, un factor era que las acciones duraban poco tiempo ya que luego venía la represión estatal o hasta veces los hacendados contrataban mercenarios.
En 1978 Anibal Quijano publicó su libro Imperialismo, clases sociales y Estado en el Perú. 1890-1930, el autor trata el periodo de las rebeliones y brechas políticas a inicios del siglo XX como un summun imposible de controlar. En este contexto se levanta la candidatura a la presidencia de Billinghurst, ex alcalde de Lima y acaudalado empresario que había manifestado atención por algunos problemas sociales. Las huelgas periódicas siguieron y se intensificaron, el presidente era reticente a la represión para escándalo de las elites, el mismo presidente se negó a las demandas patronales para someter a los trabajadores al fuero militar[8]. Esto sería rematado con la primera reglamentación de las huelgas y la formación de sindicatos. Esta extensión de popularidad llegó a Puno donde el coronel Gutiérrez, como jefe de la subprefectura de Chucuito ya se había manifestado favor hacia los indios, los terratenientes lo acusaron y salió expulsado pero volvió años más tarde con el nombre ya conocido. Quijano no se remite a contar estas historias como momentos de manifestación pública de los sectores populares, sino evidencia que a pesar de todo lo anterior, no eran suficientes o efectivas la medidas del Gobierno central, ya que la situación de los trabajadores y campesinos no mejoraba, en parte por las elites oligárquicas que influían mucho en las políticas estatales. Así, nos presenta esta rebelión originada en Azángaro y Huancané como la extensión de un malestar que origina un programa de reforma agraria y contiene en sí elementos de anhelo de retorno a una propiedad de tierra que le pertenezca al campesino
[9].
En 1980 se edita la colección de Juan Mejia Baca Historia del Perú en doce tomos donde participan diversos historiadores, en el tomo once dedicado al “Feudalismo andino y movimientos sociales (1866-1965)” escribe nuevamente Alberto Flores Galindo junto a Manuel Burga, sección de este trabajo se tituló “Guerra de Castas y milenarismo (1866-1930)”. En este texto ambos autores muestran una situación más madura sobre la rebelión de Rumi Maqui, la llegan a considerar como un segundo milenarismo posterior a Juan Bustamante (que se había revelado en el siglo XIX). La rebelión de 1915 es presentada como el gran levantamiento milenarista en el Altiplano que reinició la guerra de castas de la mano del sargento mayor de caballería Teodomiro Gutierrez. Este ensayo de Flores Galindo y Burga puede considerarse uno de los ensayos más serios y completos. Los autores parten de la idea de esta lucha a muerte de castas y de clases para mostrarnos como las rebeliones, revueltas y rebrotes violentos que se dieron en el sur a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX tenían ese fin[10].
El texto analiza la intensificación de la rebeldía de la mano del uso de la fuerza organizada como parte del milenarismo. Incluso se menciona que el Cuzco hipotéticamente debió ser el centro de operaciones. Los autores proponen dos momentos del milenarismo y de la “lucha de castas”, el primer movimiento de 1867 liderado por Juan Bustamante y el segundo de Rumi Maqui en 1915, estos dos movimientos son parte de la clasificación que sus autores elaboraron para distinguir las rebeliones y revueltas que se dieron en el Altiplano, así mencionan las luchas interétnicas y las insurrecciones anti fiscales. Las revuelas se dan contra el Estado agresor, contra las políticas que afectan las normas tradicionales de organización social y económica, también existieron peleas entre gamonales e indios insurrectos, estas son rebeliones multitudiinales lideradas por un misti, en estos movimientos se cuestiona el orden total de la sociedad. La rebelión de Juan Bustamente es reconocida como la primera guerra de castas a muerte entre los gamonales y los campesinos, donde surge la ideología milenarista que se prolongara hasta el siglo XX[11].
En este contexto llegó Teodomiro Gutierrez, que rápidamente se pone a favor de los indígenas suprimiendo el trabajo gratuito y el reparto de lana, el presidente Billinghursht sabiendo la situación difícil del Altiplano lo designa comisionado especial pero los hacendados tratan de echarlo acusándolo de instigar a los indígenas a la revuelta. Se eleva la figura (antes desconocida) de Bernardino Arias Echenique, enemigo de Gutierrez, un gran terrateniente que acusa a Rumi Maqui, lo presenta como “El Moisés que va a redimir a los indios”[12]. Después de su salida de Puno a la caída del presidente, regresa en 1915 para preparar el gran levantamiento de los carnavales de 1916, adopta el nombre quechua ya mencionado y proclama el lanzamiento del Tahuantinsuyo, pero algunos campesinos fieles al gamonalismo delatan los planes y se ve obligado a adelantar la revuelta. La pelea se realiza en la hacienda de Alejandro Choquehuanca llamada San José[13]. Sin embargo es derrotado, es puesto en prisión y luego escaparía para desaparecer definitivamente. La derrota del movimiento se debió en primer lugar a que el Estado era el ente encargado de reprimir estas rebeliones, pero a veces cuando por la distancia demoraban en asistir, eran los mismos hacendados que castigaban sangrientamente a los rebeldes.
Este análisis de Flores Galindo y Burga escapa a la idea de ver este hecho como un acontecimiento separado y único en el Altiplano, como una unidad sin consecuencia lógica. Así, la crítica de Dora Mayer y la Asociación Pro Indígena no podían comprender que no era una simple lucha de gamonales, no era una simple rebeldía entre tantas, por el contrario Rumi Maqui se puso al frente de toda una oleada revolucionaría cuyos orígenes se remontaban al siglo XIX. Es decir, el no dio vida a la idea, sino, más bien, la encauzó e intento desarrollarla, pues la ideología del movimiento era claramente milenarista. “Las tierra habían sido del Inca, ellos eran descendientes del inca, por lo tanto tenían el derecho milenario de arrojar a los blancos, quitarles sus haciendas y reconstruir el Tahuantinsuyo”[14]. La síntesis que dieron los autores fue una de las más excepcionales, y es la siguiente, al hablar de esta rebelión se conjugan dos cosas: el análisis material económico del mercado internacional y su relación con los circuitos comerciales de la región y el análisis subjetivo del sentimiento anti gamonal, y de las expresiones del milenarismo.
Años más tarde Manuel Burga en 1981 junto a Wilson Reategui publican el libro titulado Lanas y capital mercantil en el sur. La casa Ricketts, 1895-1935 que continua las tesis de Flores Galindo en relación a la ampliación de los mercados y exportación, a esto se sumó un año de depresión del comercio en el Altiplano entre 1899 y 1915, como parte de una caída de los precios de la lana de oveja y alpaca que produjo una drástica reducción de las compras y por ende de la producción. Esto afectó gravemente la condición de vida de los campesinos, y producto de un malestar general apoyaron mayoritariamente la rebelión de Rumi Maqui[15]. La relación de las lanas, el capital comercial y la configuración de los mercados internos es explicada de mejor manera por Manuel Burga y Alberto Flores Galindo en Apogeo y crisis de la República Aristocrática donde también hacen una referencia a la rebelión de Rumi Maqui. Así, encuentran importante el capital mercantil como un elemento que dinamizó a la oligarquía y sobre todo porque modernizó y transformó las relaciones sociales en las regiones sureñas, en este apartado es importante entender la relación estrecha que hay entre la demanda externa del mercado internacional y las importaciones de las casas comerciales, así como estos dos agentes contribuyen al cambio de relaciones que se da con los productores y campesinos[16]. Pero los autores no se quedan en el análisis económico, las ideas que ya habían expresado con anterioridad la traducen en los capítulos del libro dedicado a las sublevaciones donde se hace referencia a la lucha contra el gamonalismo de Rumi Maqui, repitiendo un poco las ideas que en 1980 ya habían desarrollado. “Este movimiento no constituye un hecho inusitado que repentinamente evidencia el carácter antagónico de las relaciones de clase en las regiones altoandinas más bien forma parte de un largo proceso de luchas que enfrentaban a campesinos y hacendados”[17].
Para 1982 José Tamayo Herrera también publicó un libro sobre la historia y el indigenismo en el Altiplano, al igual que los demás autores se pregunta ¿cuál es el origen de estas sublevaciones indígenas?, para él la respuesta está en el contrapeso dialectico que se da en la expansión de las haciendas, la violencia de los gamonales y los abusos de las autoridades locales, este periodo va desde 1895 hasta 1925, el autor propone dos elementos para estudiar estas rebeliones a) el trasfondo social donde se mueven todas las rebeliones campesinas en una tensión de clase, b) la coyuntura política que vive el país, es decir el momento en que la presidencia de Billinghurst parece favorable para el populismo y por acción de sus representantes en el Altiplano, uno de ellos era Teodomiro Gutiérrez[18], c) el factor externo, es decir los indios no actúan sin que alguien los mueva, en ese sentido siempre esperan la aparición de un líder mesiánico que los organice y dirija, d) la fuerza ideológica de las clases: campesinos y terrateniente, y por último e) el Estado Central, esta última nos parece importante porque favorece nuestra propuesta de la región como espacio de rebelión. Así, el Estado contribuye a las sublevaciones campesinas, así “[…] Las fuerzas de orden en Puno, los desprestigiados gendarmes, son pocos y se hallan mal armados y peor organizados […] el aparato represivo del Estado se ha fortalecido en el campo puneño y eso hace menos favorable el uso de la violencia por parte de los campesinos […]”[19]. El autor también reconoce el factor mesiánico de la rebelión de 1915, esto debido a que el líder Gutiérrez en la sublevación de San José se proclamó “el restaurador del Tahuantinsuyo, y el gran mariscal de los ejércitos de indios sublevados”. En 1984 Deustua y Renique se ocupan del indigenismo y del problema de la descentralización en el Perú, el trabajo es una presentación de las rebeliones que se dieron entre fines del siglo XIX y 1931, el análisis que nos interesa es el referido a los líderes cuando hace referencia a Rumimaqui, caracterizado y presentado como el líder de la rebelión de Azángaro en 1915. Las referencias se dan en relación a la vinculación de Rumi Maqui con los referidos líderes, su mesianismo, su identificación con los problemas indígenas, y que en muchos casos eran militares.[20].
En 1986 nuevamente Alberto Flores Galindo vuelve a hablar sobre Rumi Maqui, esta vez en su gran obra Buscando un Inca, como parte del horizonte utópico del siglo XX. Aparece en los escritos de Mariátegui, que se hacía llamar “Juan Croniqueaur”. En Variedades lo defiende y escribe sobre él, es el momento en que Rumi Maqui es trasladado a Arequipa para recibir un juicio por ser el responsable de la toma de la hacienda San José, siendo acusado de traición a la patria y rebelión, pero lograría escaparse. Flores Galindo persiste en su consideración de Rumi Maqui como el continuador de la temible Guerra de Castas, incide en su preocupación por los campesinos debido a sus experiencias en el Altiplano en 1913 y su nombramiento como Comisionado Especial del gobierno para elaborar un informe sobre las poblaciones quechuahablantes, no fue bien visto por los hacendados del lugar con quien Gutiérrez ya había establecido relaciones conflictivas. Flores Galindo si bien sigue con sus premisas esenciales, trata de girar su análisis cuando menciona que Rumi Maqui es la personificación de una personalidad que responde a intereses y expectativas contrapuestas, pues para unos era la representación de la terrible “guerra de castas” y para otros era el pretexto que se necesitaba para justificar sus acciones y extender sus propiedades a costa de las comunidades campesinas[21], termina diciendo que Rumi Maqui encarnaba la posibilidad del cambio social, de la insurrección.
En 1988 Carlos Contreras y Jorge Bracamonte realizan uno de los mejores textos sobre Rumi Maqui, incluyendo a su vez una fuente documental importantísima que es la Memoria de Gobierno de la Provincia de Huancayo que Teodomiro Gutiérrez elevó al prefecto de Junín en 1907. El objetivo del autor es mostrar ya la tendencia pro indígena de este comisario, el documento presenta unas reflexiones del comisario en relación a la ciudad, su historia, su desenvolvimiento, su administración, etc, pero su denuncia hacia las autoridades del lugar es una presentación irrefutable del carácter comprometido de este personaje- Las conclusiones a las que llegan los autores, es que Gutiérrez era un agente del gobierno sensible y que quería sacar de la desgracia a los indios, por ello la denuncia en sus informes, pero a su vez tenía una marcada influencia positivista pues trataba de solucionar las cosas mediante el orden que termine con el abuso y la discriminación social hacia la raza indígena, su positivismo también es reconocido cuando identifica a los indígenas como una masa ignorante quiénes eran cómplices pasivos del abuso de las autoridades. Los autores dan un vuelco real sobre la concepción de Gutiérrez porque a su vez manifiestan que era un intelectual partidario del indigenismo y del progreso, y que no favorecía el mundo cultural andino pues le parecía que eran los rezagos del colonialismo, aunque claro la posterior experiencia en el sur de Gutiérrez pudieron cambiar sus percepciones, tanto como para levantar la rebelión de 1915 en Azángaro, y romper con la identificación positivista e indigenista[22]; este documento es presentado porque Gutiérrez después del asalto a la Hacienda San José negó su participación, y muchos historiadores se preguntaron si realmente el mencionado personaje existió en esa rebelión o si Rumimaqui en verdad actuó, la respuesta es un poco compleja, pero la acción de Gutiérrez en la sierra central como denunciante del abuso es a su vez un discurso moderno de progreso.
Un año después, en 1989 Rodrigo Montoya hace una breve referencia a estos movimientos, así menciona sobre Rumi Maqui como una rebelión que es parte de la gran tradición de la lucha de los pueblos de estas regiones, es decir reivindicaciones étnicas y agrarias, económicos y sociales, así el autor encasilla también esta rebelión como parte organizada de las luchas que promovían el milenarismo y el retorno al incario: “En 1867, Juan Bustamante comandó una gran rebelión en Puno, reivindicando el Tawantinsuyo como ideal de sociedad. Lo mismo ocurriría hacia 1915 con Rumi Maqui”[23]
Rumi Maqui en los textos actuales: la síntesis.
Los estudios que hicieron referencia a Rumi Maqui en la última década no propondrán ni agregaran nada nuevo a lo ya mencionado, solo José Luis Renique quitaría el carácter milenarista a las rebeliones de Bustamente y Gutiérrez que Flores Galindo había impregnado. En 1999 el libro síntesis Historia del Perú contemporáneo en el apartado referente a la lucha obrera contenían una breve referencia a la rebelión, como producto de la expansión de las tierras[24]. De la misma lógica Peter Klaren, no agrega datos nuevos ni análisis complejos, pero sin embargo sintetiza todas las propuestas anteriores al mencionar que “Lo particularmente significativo de esta rebelión era su combinación de objetivos socioeconómicos, con una agenda política que enfatizaba una mayor autonomía y un discurso milenarista que subrayaba la indianidad”[25]. Por último Renique realiza el último estudio serio sobre Rumi Maqui cuando investiga los conflictos sociales en Puno. El análisis de Bustamante y Gutiérrez parten de un conjunto de hechos que permiten que aquella región se encuentre en un “polvorín”, estas fueron: el factor educativo, el abandono del Estado, la represión constante, la explotación, la rebelión contra el tributo, la “ley del terror” (o represión) que era la propuesta del ejecutivo de mandar a Puno unos contingentes armados para sofocar revueltas, el despotismo, los poderes locales y el gamonalismo habían convertido a Puno en una región convulsionada. Sabiendo ello, el presidente Billinghurst envía mensajeros y comisionados para que elaborasen informes sobre la situación de las poblaciones, este es el contexto en el cual Gutierrez Cuevas aparece, para 1913 era comisionado y en 1915 toma el nombre ya repetido en este trabajo, se hace llamar “Director de los pueblos y ejército indígenas del Estado Federal del Tahuantinsuyo”[26], según el autor su objetivo era abatir el gamonalismo para alcanzar el imperio de la justicia y la libertad para el indígena, a su vez habría propuesto un Estado federal inspirado en el Tahuantinsuyo, lo último es el aporte del autor, decir que Gutiérrez proponía un Estado federal retomando así las reivindicaciones silenciosas de las regiones.
Finalmente, no puedo dejar de mencionar el libro de Nils Jacobsen titulado Mirages of transition: The Peruvian Altiplano, 1780-1930 que fue editado en Berkeley en 1993, pero cuya traducción recién vio luces el año pasado a través del IEP y el BCR, el autor habla de la rebelión de Rumi Maqui como la expresión de un grado de coordinación y planificación en un estado elevado, a su vez que ejemplifica la vinculación y coordinación de un proyecto ideológico de un forastero con la creciente resistencia de los grupos locales campesinos, Jacobsen se basa como en los autores anteriores en la experiencia anterior de Gutiérrez como prefecto y sus vínculos con los grupos anarquistas en Chile, para nuestro autor Rumi Maqui encarna y subraya la autonomía de los pueblos indígenas dentro de un Estado federal que habría de unir el Perú con Bolivia. Jacobsen aporta nuevos puntos al debate, criticando la visión indigenista donde Rumi Maqui solo encarna un tipo de milenarismo, el autor se centra en los aparentes invisibles actores de la rebelión, encontrando que muchos de los campesinos que participaron con Rumi Maqui eran más bien prósperos y que la lucha no se basaba solo en la contradicción de tierras y gamonalismo, sino también peleaban contra las autoridades que pertenecían a la clientela política del gamonal que no les permitía progresar, es decir buscaban también su propio beneficio basado en una mayor autonomía en un contexto donde el mercado está ofreciendo varias oportunidades (recordemos la situación mundial de la Primera Guerra Mundial y la bonanza exportadora que originó)*.
Al final de este apartado hemos visto como diversos historiadores e intelectuales han tratado y retratado la rebelión de Rumi Maqui**, si bien es cierto están de acuerdo en algunas premisas generales, es también cierto que el sentido varía de acuerdo a la postura ideológica o el discurso académico; Mariátegui lo ejemplificaba como la lucha de clases, como la lucha contra el gamonalismo, Basadre como una subversión sin mayores repercusiones, Burga y Quijano como el efecto inmediato de los cambios del comercio internacional, el mercado de lanas y la expansión de las haciendas en maleficio de las comunidades campesinas, Flores Galindo desde su propuesta de la utopía andina incidía en el carácter milenarista del movimiento, por otro lado otros historiadores como Contreras o Renique han tratado de no desarrollar este punto esforzándose más en el contenido económico como revueltas anti fiscales en coyunturas bien determinadas.
[1] José Carlos Mariátegui, Ideología y Política (Lima: Amauta, 1986) 40.
[2] Jorge Basadre, Historia de la República del Perú, T. XII (Lima: Universitaria, 1968) 489.
[3] Basadre 489.
[4] Alberto Flores Galindo, Arequipa y el sur Andino. Ensayo de historia regional (Lima: Horizonte, 1977) 126.
[5] Alberto Flores Galindo, “La oligarquía arequipeña y los movimientos campesinos (1895 – 1930)”, Los movimientos campesinos en el Perú. 1879-1965, ed. Wilfredo Kapsoli (Lima: Delva, 1977) 218.
[6] Flores Galindo, “La oligarquía…” 218.
[7] Flores Galindo, “La oligarquía…” 214.
[8] Anibal Quijano, Imperialismo, clases sociales y Estado en el Perú. 1890 – 1930 (Lima: Mosca Azul, 1978) 86
[9] Quijano 88.
[10] Manuel Burga y Alberto Flores Galindo, “Feudalismo andino y movimientos sociales (1866-1965)”, Historia del Perú, T. XI (Lima: Juan Mejía Baca, 1980) 20.
[11] Burga y Flores Galindo, “Feudalismo…” 24.
[12] Burga y Flores Galindo, “Feudalismo…” 35.
[13] Burga y Flores Galindo, “Feudalismo…” 36.
[14] Burga y Flores Galindo, “Feudalismo…” 37.
[15] Manuel Burga, Lanas y capital mercantil en el sur: La casa Ricketts: 1895-1935 (Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1981) 34.
[16] Manuel Burga y Alberto Flores Galindo, Apogeo y crisis de la república aristocrática (Lima: Rikchay, 1982) 35.
[17] Burga y Flores Galindo, Apogeo…111.
[18] José Tamayo Herrera, Historia social e indigenismo en el Altiplano (Lima: Ed. Treintitrés, 1982) 197.
[19] Tamayo Herrera 199.
[20] José Deustua y José Luis Renique, Intelectuales, indigenismo y descentralismo en el Perú (Cuzco: Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de Las Casas, 1984) 85.
[21] Flores Galindo, Buscando un inca. Identidad y utopía en los andes (Lima: Horizonte, 1988) 307.
[22] Carlos Contreras y Jorge Bracamonte, “Rumi Maqui en la sierra central. Documentos inéditos de 1907” , Revista Andina 12 (1988) 11.
[23] Rodrigo Montoya, Lucha por la tierra, reformas agrarias y capitalismo en el Perú del siglo XX (Lima: Mosca Azul, 1989) 57.
[24] Carlos Contreras y Marcos Cueto, Historia del Perú contemporáneo (Lima: Instituto de Estudios Peruanos/Pontificia Universidad Católica del Perú, 2004) 226
[25] Peter Klaren, Nación y sociedad en la Historia del Perú (Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 2004) 286.
[26] José Luis Renique, La batalla por Puno. Conflicto agrario y nación en los andes peruanos. 1866-1995 (Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 2004) 53.
* Nils Jacobsen, Ilusiones de transición. El altiplano peruano, 1780-1930 (Lima: IEP/BCR, 2012) 544-547.
**Debo confesar que no pude revisar dos documentos importantes para entender este movimiento, el primero de Augusto Ramos Zambrano, Movimientos campesinos de Azángaro (Puno), Rumi Maqui. (Puno: Universidad Nacional del Altiplano, 1985) y Luis Bustamante Otero, Mito y realidad: Teodomiro Gutiérrez Cuevas o Rumi Maqui en el marco de sublevación campesino de Azángaro (1915-1916). (Lima: Tesis de Bachiller, Pontificia Universidad Católica del Perú, 1987)
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