Argentine Serialised Radio Drama, preguntas a Lauren Rea

Rea

 

Este libro de Lauren Rea sobre las radionovelas argentinas de los años treinta se suma a varios enfoques sumamente importantes para analizar las identidades populares, los afectos y la imaginación políticos de los sublaternos y las subalternas en América Latina. El libro ya tiene varias reseñas (William Foster en Bulletin of Spanish Studies; Christine Ehrick en HAHR; Gisela Cramer en JLAS) así que conviene dar paso nomás a las respuestas que me envió amablemente Lauren Rea.

Nicolás Quiroga [NQ]: ¿Cómo llegaste a interesarte en la novela radioteatral?

Lauren Rea [LR]: Cuando tenía ocho años mis padres me llevaron a ver el musical Evita en mi ciudad natal de Sheffield en el Reino Unido. Y en ese momento me dije que algún día iba a ir a Argentina. Diez años más tarde pasé unos meses ensañado inglés en Mendoza antes de empezar la carrera universitaria en Londres. Allá estudié, entre otras materias, literatura latinoamericana y lo que más me impresionó fue El beso de la mujer araña de Manuel Puig. Poco antes de leerla había conocido al argentino que ahora es mi marido y resultaba que él conocía a la madre de Puig  – María Elena Delledonne, conocida como ‘Male’ – que seguía viviendo en Buenos Aires en el mismo edificio que mis futuros suegros. Hasta su muerte a los 99 años, Male y yo mantuvimos una amistad muy especial: yo la visitaba cada vez que estaba en Buenos Aires y nos escribíamos cartas. Nunca hablamos de Manuel porque le dolía demasiado hablar de su hijo tan querido y ausente. Yo seguía leyendo todas las obras de Puig y ellas me enseñaron que nunca hay que subestimar sus llamados ‘géneros menores’ y que no hay realmente una brecha entre las distintas categorías de la literatura y la producción cultural, sino que las divisiones son fluidas y liminales. Después de leer Boquitas pintadas me interesaba ver cómo eran las radionovelas reales que la generación de Male había escuchado en las décadas de 1930 y 1940. Y claro, volviendo a mi interés por las múltiples versiones de Evita –reales o imaginarias – que me habían cautivado desde niña, me entusiasmaba que Eva Duarte había sido actriz de radionovelas. Nunca encontré las radionovelas de Eva; no sé si existirán todavía, pero uno de los autores de las radionovelas en que ella actuaba era Héctor Pedro Blomberg y él sí figura entre los autores de las radionovelas en el archivo de Argentores. El corpus de mi investigación – Chispazos de tradición (González Pulido), Bajo la Santa Federación (Blomberg y Viale Paz) y Juan Cuello (Blomberg) representa la mayor parte del archivo de Argentores de los textos de las radionovelas  – o de las ‘novelas radio-teatrales’ como las llamaban en aquella época.

NQ: En tu libro pensás al radioteatro como una mediación y surgen, a partir de ese enfoque, una variedad sorprendente de tematizaciones. Al parecer, el análisis de la novela radioteatral ilumina otras investigaciones como las que tratan sobre consumo de masas en el período de entreguerras; sentidos de nación negociados con relatos mitristas o revisionistas; la historia de los géneros populares, del folletín a la telenovela; la importancia del criollismo en la formación de alteridades nacionales. ¿Cómo evaluás esas posibilidades? ¿Cuáles conexiones te parecen más relevantes?

LR: El radioteatro como mediación viene de Martín Barbero y de hecho menciona, brevemente, a Chispazos de tradición y a Bajo la Santa Federación en De los medios a las mediaciones. Si bien yo no era la primera persona en pensar en la radionovela como mediación, sí me parece que fui la primera en emprender un análisis del contenido narrativo de estas radionovelas que comprueba su valor como objetos de cultura popular de transmisión masiva. Todas las conexiones que mencionás me parecen importantes pero para mí hay dos que se destacan. Primero, Blomberg, junto con Viale Paz, se presenta como el heredero de la línea anti-Rosista al dialogar con Mármol y su Amalia y con las novelas por entrega de Eduardo Gutiérrez. Esto lleva a Blomberg a estar en conflicto total con el revisionismo intelectual de la época. Claro que los destinatarios de una obra de los hermanos Irazusta, por ejemplo, no son necesariamente los mismos que para una radionovela, pero me parece muy significativo que un movimiento intelectual tan importante para la época – y uno que volvió a ser tan significante en la Argentina de hoy – sea negado totalmente por Bajo la Santa Federación. Y aun si no tengo las cifras, apuesto a que Blomberg tenía más oyentes de que los Irazusta tenía lectores.

La segunda conexión importante es el criollismo de González Pulido. Él sería uno de los ‘inmigrantes acriollados’ de Prieto pero según Prieto (y como lo demuestra muy bien Adamovsky) el criollismo popular que expone González Pulido supuestamente había dejado de existir para la década de 1930. González Pulido sitúa al gaucho en el centro del imaginario argentino y lo toma como herramienta unificadora, animando a los inmigrantes a abandonar sus origines para integrarse totalmente a la nación argentina. En su momento González Pulido fue despreciado y criticado, sobre todo por Homero Manzi en Micrófono y Emilio Karstulovic en Sintonía. Y esta actitud perduraba mucho después de su muerte. Hace unos años conocí a la ahora finada Tina Helba, que era una actriz contemporánea de González Pulido, y ella estaba indignada – casi enojada – que yo viniera de Inglaterra para estudiar, usando su palabra, esta ‘basura’ en vez de las grandes obras del teatro argentino. Y no pongo en duda la anécdota de la Sra. Helba que recordaba que, en los tours por las provincias de la compañía de González Pulido, él seguía escribiendo el guion en el momento en que los actores subían al escenario. Los folletos de las series radiofónicas están llenos de errores tipográficos y se ve claramente las ocasiones en que la transmisión fue extendida un mes más y González Pulido tuvo que agregar argumentos a veces totalmente ajenos a la narrativa original. Pero las limitaciones comerciales del género no ocultan el conocimiento de González Pulido de la literatura e historia argentinas y su aprecio por el contexto en que escribía. Sus guiones tienen una riqueza y una cualidad (aunque no en términos convencionales) de escritura que hace que las conexiones que se puede hacer de sus series con el estudio de la historia cultural argentina salten de las páginas.

NQ: Otra conversación posible -advertida por todas las reseñas que leí sobre Argentine Serialised Radio Drama–, es la que relaciona los consumos de masas de los años treinta y el peronismo (Karush, Adamovsky, entre otros autores). Esto puede seguirse, sobre todo según mi opinión, en tu análisis de Chispazos de Tradición, de José Andrés González Pulido. ¿Cómo seguiste ese enfoque?

 LR: Mientras escribía el libro era consciente de cómo se ve que la década infame fue preparando el terreno para Perón. O quizás es mejor decirlo al revés –veía cómo Perón se adapta al terreno trabajado en la década de 1930–. Se entiende el impacto de la industria de la radio para el peronismo, la creación de una audiencia masiva unificadora de la nación y, sobre todo si tomamos a Muñoz Azpiri como ejemplo, el vínculo entre las radionovelas y los discursos políticos. Sin embargo, no soy historiadora política y comprobar ese vínculo quedaba afuera del propósito de mi libro. Pocos meses antes de la publicación de mi libro, salió Cultura de clase: radio y cine en la creación de una Argentina dividida (1920-1946) de Matthew Karush, que es el libro que yo no hubiera podido escribir. ‘Mis’ radionovelas figuran en Cultura de clase pero dentro de un panorama mucho más amplio en el que Karush argumenta de manera muy convincente el vínculo entre el peronismo y los consumos de las masas.

NQ: Si bien explícitamente planteás más distancia que cercanía entre la novela radioteatral y las soap operas, identificás también préstamos e influencias entre ambos géneros que podrían contribuir a, por decirlo exageradamente, a una historia global del melodrama. Se ha señalado insistentemente la existencia de un triángulo virtuoso entre clases populares, melodrama y modernidad (Cawelti, Martín-Barbero, por citar a dos autores a los que referís en tu libro), ¿Qué problemáticas conviene pensar en ese camino posible (si ese camino fuese posible)?

LR: Estoy volviendo a estas cuestiones en mi investigación actual sobre la revista infantil Billiken y su potencial contribución al desarrollo de la literatura infantil argentina. Todavía no estoy muy cerca de poder comprobar la idea de una ‘historia global de melodrama’ pero sí tengo más noción de los préstamos literarios y el flujo global de los textos en los cuentos de aventura. En la década de 1930 Billiken todavía no era la revista educativa que se conoce hoy; el contenido era más que nada literario y los cuentos cortos y cuentos por entrega eran, en su mayor parte, traducciones de cuentos de autores británicos, franceses e italianos, y re-publicaciones de cuentos de autores españoles. Después de leer en Billiken los cuentos de misterio de Edgar Wallace o los policiales de Sexton Blake tengo ganas de re-visitar la radionovela Juan Cuello de Blomberg. En mi libro la concebía como una versión melodramatizada del Juan Cuello de Eduardo Gutiérrez, pero ahora quisiera ver si las transformaciones en el personaje y su historia están relacionadas con la influencia de las fórmulas para las narrativas de aventura que son compartidas a un nivel potencialmente global. Lo irónico es que empecé a leer Billiken porque estaba buscando cuentos gauchescos para seguir con la investigación sobre el criollismo de la década de 1930. Hasta ahora no encontré ningún gaucho en los cuentos, pero sí muchos cowboys (y de autores británicos encima, ni siquiera de autores estadounidenses). Tengo muchas problemáticas nuevas a resolver pero espero no alejarme demasiado de mi preocupación central de la contribución de la cultura popular a la construcción de la nación y de la argentinidad.

Leave a Reply