Identificación de los pueblos negros -afromexicanos de la Costa Chica de Oaxaca
Reconocimiento jurídico en el ámbito de las leyes nacionales, modificación de la currícula de nivel básico en la educación pública en México pero sobre todo la posibilidad de nombrarse, reconocerse y construir una cultura local negra/afromexicana son los objetivos de diversas organizaciones, que desde hace más de dos décadas, trabajan en la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca (México) con y desde los pueblos negros.
En el marco de esos esfuerzos político-culturales, el pasado 1 y 2 de mayo de 2014, se llevó a cabo en el pueblo de José María Morelos, municipio de Santa María Huazolotitlán en la Costa Chica mexicana del sureño estado de Oaxaca, el encuentro El pueblo negro afromexicano: Fortaleciendo su autonomía y reconocimiento constitucional, organizado por la asociación civil África.
La búsqueda de lo que dirigentes, activistas y gestores culturales llaman una historia negada de la población de origen africano en México, ha sido y es el eje transversal de las actividades culturales y políticas en la región. En ese sentido, se celebra la incorporación de la palabra afromexicano en las constituciones locales de Guerrero y Oaxaca, aunque se sabe que las leyes y, después, las políticas públicas diseñadas por los gobiernos son los pasos necesarios para que se reconozca el aporte de la población afromexicana y también esa misma población pueda alcanzar niveles de desarrollo humano digno.
La pobreza y desatención por parte del Estado mexicano a la población afromestiza -como les llamó Gonzalo Aguirre Beltrán, el cánon de la historia y antropología respecto a los negros en México- se hace patente desde las vías de comunicación que conectan la costa con las otras regiones de Oaxaca y Guerrero hasta en la falta de claridad e información sobre quiénes son, cuántos son, dónde están, cuáles son sus tradiciones, necesidades y demandas.
En México, los conteos de población no incluyen a la diversidad étnica del país, únicamente reconocen a los hablantes de lenguas indígenas, es esa la forma en la cual, las instituciones del Estado, reconocen a la diferencia.
Ríos de tinta y letra se han vertido para recalcar que el “moderno” Estado mexicano – en su versión contemporánea- obliteró la presencia de los africanos y afrodescendientes en todos los tiempos de escritura de la nación: desde la historia oficial hasta la existencia cotidiana como ciudadanos diferenciados, sin embargo, en términos de acción política han existido pocos o nulos esfuerzos por reconocer la cultura viva, los esfuerzos organizativos de la población de origen africano en la actualidad.
Por eso es que la movilización por una identificación negra-afromexicana puede ser considera como un proceso de etnogénesis o conciencia étnica, proceso que implicaría la creación de una memoria colectiva basada en una ancestralidad reconstruida desde el conocimiento popular y los recursos históricos, una serie de tradiciones y cultura -como la curandería, las danzas, la gastronomía, los ritos funerarios, etcétera-, la adscripción a una “nueva etnia” o pueblo, territorialidad y formas de participación y representación política.
Volviendo al tema del Encuentro, en la mesa de reconocimiento constitucional la discusión en la que se centró la atención fue la relativa a las formas y acciones concretas para ser incluidos en el Censo de Población que se realizará en el 2015 y, en el que los activistas exigen, se pregunte a las personas por su autoidentificación. El problema, señaló Beatriz Amaro, activista negra, es “que la mayoría de nosotros nos reconocemos como negros y no como afrodescendientes. Afrodescendientes es un término académico, con el cual la gente no se reconoce. Somos negros, negros de la costa”.
Entre las propuestas de movilización para la inclusión en el conteo federal de población, se mencionó la realización de una caravana al Distrito Federal con las danzas que actualmente se consideran parte del repertorio de los pueblos negros de la costa: la danza de los diablos, la del toro petate y la novedosa danza a Obatalá, que podría situarse como el elemento más claro de un proceso de etnogénesis en la Costa Chica. Dicha caravana buscaría ser una forma de protesta y visibilización que tenga como eje articulador y como recurso político, la cultura de los pueblos negros.
Los trabajos de dicho foro contaron con la participación de, aproximadamente, 100 personas, entre las cuales se encontraban miembros de la comunidad de José María Morelos y otros pueblos de la costa. Las discusiones se centraron en la cultura, la migración, la medicina tradicional, los medios de comunicación y el reconocimiento del pueblo negro afromexicano. A este foro acudieron personajes de la vida política institucional de la zona, entre los que se encontraba el representante de la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) del gobierno federal; integrantes de la Secretaría de Asuntos Indígenas de Oaxaca así como miembros de una fracción de las organizaciones que impulsan el reconocimiento de la identidad afromexicana.
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