Interview with Susana Sosenski, author of “El caso Bohigas: Reacciones al secuestro infantil en el México de los años cuarenta”
Susana Sosenski is a researcher and professor at UNAM. Her research is focused on the cultural and social history of childhood. You can read her article “El caso Bohigas: Reacciones al secuestro infantil en el México de los años cuarenta” in HAHR 99.1.
1. How did you come to focus on 1940s Mexico as an area of research?
Desde hace más de diez años he enfocado mis investigaciones hacia la historia de la infancia. Por mucho tiempo me especialicé en la historia de los niños durante la posrevolución, enfocándome en su relación con el mundo del trabajo y subrayando su agencia social. Este tema me llevó a preguntarme cuáles habían sido las formas en que los niños y las niñas se relacionaron con la economía. Encontré que el Estado posrevolucionario no solo había promovido la idea de la importancia del trabajo en la vida de los niños, sino también la del ahorro. Posteriormente, con el ascenso de la sociedad de consumo y lo que autores como Guy Debord denominan “la sociedad del espectáculo”, los niños fueron orientados a constituirse como agentes activos en los procesos de consumo. Este proceso, que si bien puede rastrearse desde los años treinta, alcanzó un punto inédito en los años cincuenta. Ahora estudio la historia del secuestro infantil en México, un tema que por desgracia tiene enorme impacto social en la actualidad. Desde principios del siglo XX, el secuestro de niños fue un tema que ocupó algunas páginas de la prensa mexicana, y he encontrado varios casos de utilización comercial de la infancia, ya fuera para trabajos forzados como para compra y venta de niños. Sin embargo, a mediados de los años cuarenta, el caso del secuestro de un pequeño niño de clase media, fue explotado mediáticamente como nunca había sucedido. Esto me hizo buscar comprender cuál fue el contexto que hizo que la prensa mexicana volcara su atención hacia este caso y no hacia muchos otros secuestros de niños en el mismo periodo. En la investigación aparecieron muchos resultados interesantes, que explican en cierto modo la historia de los años cuarenta en México y su relación con el racismo, la xenofobia, los usos de la infancia, y las posibilidades de que el público mexicano buscara participar de muy variadas maneras en la resolución del caso, colaborando en la búsqueda de los criminales, pero también acosando a la familia del niño hasta el punto de la extorsión. El Estado mexicano, en este caso mostró una gran incapacidad de proteger a los niños de los peligros acarreados por la urbanización.
2. Your article centers on the media reaction surrounding the kidnapping of a child, Fernando Bohigas, in 1945 in Mexico City. How did this event come to crystallize ideas surrounding childhood and urbanization in Mexico at this time?
Este no fue el primero ni el último secuestro infantil en México. La prensa mexicana continuamente publicaba noticias de niños desaparecidos y, este crimen tenía una larga data en México. Algunos grabados de J. Guadalupe Posada, a principios del siglo XX ya hacían alusión a lo que para entonces se llamaba “la plaga de los Robachicos”. Sin embargo, el hecho de que niños de los sectores populares desaparecieran nunca provocó tanta alarma como el que lo hicieran niños de las clases medias o altas. Esto nos habla de los imaginarios que existían alrededor del valor de la infancia, que estaban marcados por la clase social y por las construcciones racistas alrededor de los niños. La prensa incluso explicaba cómo los niños rubios y blancos podían ser vendidos a mejor precio que los morenos. El caso Bohigas fue altamente mediatizado porque se daba en un contexto de acenso de las clases medias, que había sido muy impulsado por las políticas gubernamentales. El ideal era conseguir que México fuera un país de clases medias. De tal modo, el secuestro de Bohigas atentó contra el corazón de esos esfuerzos gubernamentales en torno a construir una familia modelo. Pero también, el caso exhibió los problemas de la urbanización, las dificultades de la policía mexicana para hacer frente a los problemas de la gran ciudad, las fisuras entre las políticas y las prácticas para la protección a la infancia, el racismo explícito en los medios de comunicación y en las expresiones cotidianas de la gente, la solidaridad social con la familia víctima, así como una serie de ideas muy complejas y contradictorias sobre la maternidad. En el artículo apunto que la ciudad de México se fue construyendo — a partir de las experiencias de sus habitantes, pero también a través de las representaciones de los medios masivos de comunicación — en un espacio peligroso para la infancia, lo cual paulatinamente fue desplazando a los niños de la ocupación autónoma del espacio público a los espacios privados, o a la necesaria vigilancia y supervisión de los adultos.
3. In your article you point to parallels between the Fernando Bohigas case and the notorious Lindbergh baby kidnapping in the United States in 1932. In what ways were the discourse surrounding Fernandito’s kidnapping part of a broader global discourse surrounding children and crime, and in what ways was this discourse particularly Mexican?
Estos dos casos tienen muchos elementos en común. En términos globales, para entonces se compartía la idea del alto valor sentimental de la infancia, como demostró hace ya varios años Viviana Zelizer. La noticia del secuestro del niño Lindbergh en 1932 fue cubierta y seguida por la prensa mexicana. Charles Lindbergh había visitado México en 1927 y fue recibido como un héroe entre vítores y honores del gobierno mexicano, y en 1929 se convirtió en yerno de Dwight Morrow, embajador estadounidense en México. Todo eso hizo que fuera una figura conocida para los mexicanos y que en 1932 el público consumidor de periódicos estuviera atento a cómo se desarrollaba el caso del pequeño hijo del aviador. En cierto sentido, cuando ocurrió el secuestro de Fernando Bohigas, un niño apenas unos meses mayor que el pequeño Lindbergh, los consumidores de noticias en México tuvieron por primera vez su “propio caso nacional” y contaban con lo que Pablo Piccato denominó “alfabetización criminal”. El involucramiento de los lectores fue tal, que muchos escribían a los periódicos y a la policía para tratar de ayudar a resolver el caso. Entre 1932 y 1945 no había pasado tanto tiempo del caso Lindbergh, y la prensa estadounidense, como la mexicana, acostumbraban a ir relatando los casos criminales casi en forma de capítulos en los que cada día aparecían nuevas pistas o sospechosos. En el caso mexicano, la narración que hacía la prensa, tuvo relación con las narrativas melodramáticas de las novelas por entregas, o las que aparecían en el cine de la época de oro. De tal forma, la prensa presentó primero la trgedia de una familia víctima de un acto criminal y terminó construyendo una figura de la secuestradora del niño como una mujer estéril que sólo había querido cumplir con el papel hegemónico de feminidad de entonces, en el que sólo podía consagrarse como mujer en el momento en que se convertía en madre. Es muy interesante ver la participación del público en los intentos de resolver el caso, muchas veces la gente trataba de ayudar aportando “pistas,” pero también, y esto es lo contradictorio de la solidaridad popular con la familia, buscando alcanzar objetivos económicos, a través de la extorsión e incluso fomentando los linchamientos.
4. In what ways has the discourse surrounding crime in 1940s Mexico City, and the journalistic and media treatment thereof, changed and/or remained the same in contemporary Mexico?
La nota roja hoy se concentra en diarios muy específicos y tiene un componente amarillista, es decir, de escenas violentas y criminales muy explícitas. La nota roja de los años cuarenta construye imágenes muy teatralizadas, actuadas incluso, que van construyendo imaginarios sobre los criminales y la policía. En todo caso, en el artículo me concentro en identificar cómo construye la prensa lo que Stanley Cohen denominó como pánicos morales, preocupaciones generalizadas y muchas veces desproporcionadas sobre sujetos considerados peligrosos. En la prensa mexicana de los años cuarenta puede verse la promoción de ansiedades muy profundas sobre la seguridad de los niños en la ciudad de México. Si bien había casos de secuestros llevados a cabo por los famosos robachicos, un mexicanismo que luego se trasnacionalizó en varios países de Latinoamérica, estos no eran ni por mucho el principal riesgo para la infancia urbana, como sí lo eran todavía algunas enfermedades o incluso, el atropellamiento por automóviles, camiones o tranvías. En ese sentido, hoy en día podemos todavía observar cómo los medios de comunicación siguen construyendo “sujetos peligrosos” y pánicos morales respecto a muchos temas. Asimismo, la prensa actualmente sigue preocupándose más por casos excepcionales ocurridos a sectores de clases medias o altas, que por las decenas de desapariciones de niñas, adolescentes y mujeres que suceden en muy alta frecuencia en zonas muy específicas del país.
5. Is your careful discussion of the Fernando Bohigas case part of a broader project? If so, can you share a bit how the piece fits into this broader project?
Sí, el artículo de la HAHR es parte de un proyecto más amplio. Estoy escribiendo un libro sobre la historia del secuestro infantil en México desde 1900 hasta 1968. En esa investigación me interesa rastrear cómo los medios masivos de comunicación construyeron y representaron el problema del secuestro infantil, tanto en la prensa, como en las historietas, las fotonovelas, el cine y la radio, así como analizar el perfil social de los secuestradores de niños, los usos que se le dieron a la infancia y reconstruir una historia las emociones en torno a todo esto, en especial en lo referente al miedo. Encuentro que a principios del siglo XX, por ejemplo, hubo muchos secuestros que tenían la finalidad de utilizar a los niños como mano de obra esclava. Más adelante, los niños comenzaron a ser comercializados y, ante un sistema de adopción muy deficiente, vendidos a mujeres que no podían tener hijos y que sufrían por no poder cumplir con lo que se consideraba su función natural, ser madres. Para los años sesenta, comienzan a aparecer, en cambio, más casos de niños secuestrados con fines de obtener recompensas por ellos. En suma, mi interés es reconstruir y analizar cuáles fueron los usos que se le dieron a la infancia en este contexto.
6. Read anything good recently?
Sí muchas cosas. Me alegra haber encontrado hace poco los trabajos de Ivan Jablonka, y su propuesta de pensar la historia del crimen ya no tanto con la atención puesta en los criminales sino en la historia de las víctimas, así como sus críticas a cierta escritura histórica aséptica que en aras del objetivismo trata de esconder, a veces inútilmente, la subjetividad del investigador y que además no es capaz de trascender a públicos lectores fuera de la academia. He leído también libros que me han permitido pensar de manera muy particular mi acercamiento a la historia de los robachicos y su relación con una ciudad de México muy compleja y con características muy particulares. Pienso en el libro de Pablo Piccato, A History of Infamy. Crime, Truth and Justice in Mexico, o el de Gabriela Pulido, El mapa “rojo” del pecado miedo y vida nocturna en la Ciudad de México, 1940-1950. El año pasado se publicó también un libro muy importante para entender la historia de los usos de la infancia en México, me refiero al de Beatriz Alcubierre, Niños de nadie: Usos de la infancia menesterosa en el contexto borbónico. Trabajos que no son de historiadores pero que me abrieron ventanas enormes para pensar la historia del miedo, de los pánicos sociales y de cómo se construyen las ideas en torno a ciertos sujetos riesgosos fueron los de Gonzalo Soltero, Deeper into the Labyrinth: A Study of the Impact of Risk Narratives on Culture, Based on Two Urban Legends Spread by Email in Mexico City (2005-2007) y el libro de un gran literato mexicano, Ignacio Padilla, El legado de los monstruos. Tratado sobre el miedo y lo terrible. Y no me sentiría tranquila si no menciono la novela de Jonathan Franzen, Libertad. La terminé de leer hace unos días y me hizo pensar en un viejo debate sobre la relación entre la literatura y la historia y lo que todavía podemos aprender los historiadores de los literatos y sus posibilidades para narrar los claroscuros de los sujetos así como las inimaginables maneras en cómo se insertan en en los contextos políticos, sociales y culturales de su momento.
Top image: An engraving by José Guadalupe Posada of a man in a hat kidnapping a child, from the broadside entitled “Los roba-chicos en acción,” ca. 1880–1910. Public domain, hosted at the Metropolitan Museum of Art.
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