La academia, las restricciones de las revistas académicas y su coqueteo con el “Open Access”

Hace algún tiempo escribí en mi blog personal acerca de las tiránicas prácticas que ciertas revistas académicas como JSTOR o Elsevier llevan a cabo debido al cobro (de sumas exorbitantes), por acceder a investigaciones que, de hecho, ya habían sido financiadas por el sector público mediante los impuestos, así como por los gobiernos a través de fondos destinados a las universidades y centros e institutos de investigación. El asunto incluso cobró una víctima mortal, cuando Aaron Swartz se suicidó debido a la persecución legal que hicieron JSTOR y el MIT acusado de haber descargado una enorme cantidad de documentos del sitio de JSTOR para liberarlos de manera gratuita en Internet. Entonces me referí al círculo vicioso del que los investigadores difícilmente podían escapar, debido principalmente a su necesidad de “construir una reputación” que les sirviera en su carrera profesional, y que sólo era asequible a través de la publicación en estas academic journals, a pesar de sus abusivas políticas de distribución y copyright. No obstante lo anterior, mencioné la existencia de alternativas para romper este vicioso esquema que no beneficia sino a las grandes publicaciones académicas, y que afectan seriamente no sólo a investigadores y académicos de todo el mundo, sino a la sociedad en general, que tiene vedado el acceso a las investigaciones contenidas en esas bases de datos que, irónicamente, han ayudado a financiar con sus impuestos.

Una de estas alternativas era la red social académica Academia.edu, la que según su creador —Richard Price— permite a los investigadores de cualquier parte del globo y de cualquier campo de las ciencias, compartir sus trabajos con la creciente comunidad de dicha red social, que si bien se encuentra compuesta principalmente por académicos, cuenta también entre sus filas con personas sin lazos con el mundo científico, y cuyo único objeto al formar parte de estas redes, es la búsqueda de información para algún fin particular, información que puede conseguir de manera gratuita mediante estas redes sociales, y en las que además puede ponerse en contacto directamente con su autor para resolver cualquier tipo de dudas. Lo mismo aplica para los colegas académicos, quienes pueden beneficiarse de una retroalimentación inmediata respecto de los textos que han compartido en dichas redes, lo que sin duda es beneficioso para la corrección de los trabajos, así como para reformulación de hipótesis.

El éxito de este tipo de herramientas online ha debido ser cuantioso en los últimos meses, pues una de las publicaciones académicas más importantes, Elsevier, solicitó recientemente —mediante avisos legales— a la red social académica Academia.edu, que debía retirar de Internet miles de artículos que habían sido subidos por sus respectivos autores a dicho sitio. A Academia.edu no le quedó más remedio que actuar en consencuencia, pues lo contrario hubiese provocado una serie de acciones legales con acusaciones de pirateria que habrían costado mucho tiempo y dinero.  A pesar de que Academia.edu debió de plegarse a los requerimientos de Elsevier, lo hizo a través de notificaciones a sus usuarios en los que dejaba en claro que se retiraban sus textos debido a avisos legales, y no por errores o políticas de la misma red social.

Una de estas miles de notificaciones llegó a Guy Leonard, quien la compartió (junto con su frustración e inconformidad) en Twitter:

oli5n9w

Una traducción un tanto dificiente diría lo siguiente sobre la imagen de arriba:

Hola Guy

Desafortunadamente, tuvimos que retirar tu artículo, “Resolving the question of trypanosome monophyly: a comparative genomics approach using whole genome data sets with low taxon sampling”, debido al aviso de remoción de Elsevier.

Academia.edu está comprometida a permitir la transición a un mundo donde exista el acceso abierto a la literatura académica. Elsevier tiene una visión distinta, y actualmente se encuentra elevando la apuesta en su oposición a que los académicos compartan sus propios artículos en linea.

En el último año, más de 13,000 profesores han firmado una petición expresando descontento con las prácticas comerciales de Elsevier en www.thecostofknowledge.com. Si tienes cualquier comentario o pensamiento, tendremos mucho gusto en escucharlos.

El equipo de Academia.edu.

Lo anterior a pesar del “compromiso” de Elsevier de permitir el acceso a la ciencia de manera gratuita, como lo menciona en su propia página de Internet. Esto provocó una ola de indignación por parte de los afectados, quienes volcaron sus inquietudes principalmente en Twitter, donde se pudieron leer una serie de comentarios al respecto.

La reacción a este tipo de prácticas “injustas” por parte de las academic journals no se ha quedado —afortunadamente— en una simple colección de “tuits” enojados. La comunidad académica parece ahora dispuesta más que nunca a sacudirse este tipo de controles y restricciones que tanto afectan la circulación del conocimiento. Como resultado, se han visto nacer una serie de portales e instrumentos en Internet que tienen como objetivo principal otorgar acceso universal y grauito de todos los recursos cientificos —sin importar el campo— que existan en línea, así como aquellos que con el tiempo vayan  generándose,  y cuyos autores tengan el deseo de compartirlos con el mundo.

Uno de los más recientes tiene por nombre Academic Torrents, y ya desde su nombre podemos ver el potencial para la polémica, en especial a la luz de los intereses de las revistas académicas como Elsevier o JSTOR, pues la palabra “Torrent” ha estado, desde hace mucho tiempo, ligada a la piratería, además de que es un tipo de tecnología que desde sus inicios y hasta hoy día (y probablemente durante muchos años más) ha sido y será usada para compartir, principalmente, productos culturales con copyright, como lo es la música y productos televisivos (series) y producciones cinematográficas.

Academic Torrents

La principal fortaleza de los torrents es que se basan en la conexión directa de los usuarios para el intercambio de recursos (textos, sonidos, videos, etc.), por lo que se vuelve innecesaria la participación de un tercero (una empresa, por ejemplo) que almacene los archivos requeridos para su descarga. Ese también es su debilidad, pues si los usuarios que tienen en sus computadoras los archivos compartidos se encuentran offline, entonces dichos recursos no se encontrarán disponibles. Por ello, los usuarios de torrents buscan que un sólo archivo sea descargado por muchos usuarios para asegurar su disponibilidad.

Pues bien, ese es —más o menos— el objetivo que Academic Torrents busca pero en el ámbito académico, es decir, crear una base de datos de los recursos científicos disponibles en Internet y ponerlos a disposición —a través de un motor de búsqueda— de los investigadores alrededor del mundo, con el fin de que ellos también puedan compartir sus trabajos y ponerlos a disposición de otras personas interesadas. Todo por medio de torrents. Desafortunadamente y al ser un proyecto más o menos reciente, Academic Torrents no cuenta en estos momentos con una gran cantidad de datos ni en español, ni con temas humanísticos. Se espera, sin embargo, que conforme vaya haciéndose conocida y más académicos de distintos países se unan, se aumente el acervo que sirva a más investigadores latinoamericanos.

El anterior es tan sólo un ejemplo de las herramientas que los investigadores han ido dándose a sí mismos para compartir —sin limitantes— el producto de sus esfuerzos académicos. Desde luego, no es este el único ejemplo, ni es la única forma que ha adoptado, es decir, el libre acceso sin mayor razonamiento. También se han hecho esfuerzos de otro tipo, como los cursos grauitos en línea, que son de gran calidad y que no requieren del usuario ni siquiera un registro. Una forma de acceso al conocimiento del que el MIT con su OpenCourseWare es, me parece, el exponente más conocido al momento de escribir estos renglones. O el esfuerzo que sitios como el Internet Archive o el Project Gutenberg realizan para digitalizar y poner a disposición de cualquiera que visite sus portales, cientos de miles de libros en una serie de formatos (PDF, ePub, HTML, etc.)

El esfuerzo puede parecer reciente, pero en realidad ya lleva algunos años. Después de todo, el libro electrónico (o eBook) lleva ya más de cuarenta años gracias, precisamente, a pioneros como el Project Gutenberg, sin mencionar que los portales de investigación (y para investigadores) comienzan a verse como una necesidad creciente.

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Notas en la prensa sobre los avisos legales de Elsevier:

Elsevier Ramps Up Its War On Access To Knowledge — Tech Dirt

Elsevier’s Research Takedown Notices Fan Out To Startups, Harvard, Individual Academics — Tech Crunch

How one publisher is stopping academics from sharing their research – The Washington Post

Posting Your Latest Article? You Might Have to Take It Down — The Chronicle

Academia.edu slammed with takedown notices from journal publisher Elsevier — Venture Beat


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